Friday, November 15, 2013

Presente y futuro

Desde que pasaron las tres noches que mencioné en una cortísima entrada que creo que pocos visteis, estoy en casa y no me moví de aquí más que un fin de semana que fui a Madrid. Aún estos días hay quien me pregunta qué tal la vuelta, y siempre respondo lo mismo: la bofetada de realidad fue fuerte y a mano abierta y llenita de dedos, porque a la previsible y consabida morriña se unió el hecho de que el lugar (entiéndase lugar en el sentido más amplio posible, no sólo en el geográfico) al que volví era LO DE SIEMPRE. En un primer momento sentí un desconcierto comparable al de la primera vez que oí Child in Time y llegó el minuto 6; ese desconcierto pronto se tornó pesadumbre al darme cuenta de eso, de que volvía a lo mismo de siempre: misma ciudad, mismo barrio, misma universidad, mismo servicio de transporte urbano –los que viváis en mi ciudad entenderéis que lo mencione–, mismo todo. Como estar por la mitad de un libro en una parte interesante, pasar la página y ver que vuelve a empezar el capítulo 1. No me malinterpretéis: exceptuando lo de los autobuses, no está tan mal. La ciudad ofrece montones de posibilidades y servicios, en la universidad me lo paso pipa cual niño de primaria que va al cole a ver a sus amiguetes y a aprender cosas de dinosaurios, me llevo bien con mis padres y mi hermano, etcétera. Pero no se trata de estar mal; se trata de la sensación de haber dado un paso en una dirección determinada y después haber desandado el camino para volver al punto de partida. Visto ahora, todo esto es muy obvio. Sin embargo, tuvo que pasarme para darme cuenta. Afortunadamente, tras unos pocos días me fui haciendo a la idea, y en cuanto empezó el curso y me vi inmerso en la rutina universitaria se me fue pasando todo eso.

Huelga decir que, con bofetada de realidad o sin ella, no cambiaría el año pasado por nada. Vamós.

Pues ese es básicamente el presente: estoy en casa.

En lo que respecta al futuro próximo, creo que se va a parecer bastante al presente. A ratos pienso en una visitilla a Europa Central a principios del año que viene, aunque suelo descartarla rápido, porque no tengo claro si quiero ir para volver a ver los lugares y las caras o si eso es sólo una excusa para un propósito más concreto, ni si ese propósito es realmente apropiado, o sensato, o tiene sentido siquiera, o a lo mejor sí, o todo lo contrario. Peeeero hacia el veranito las cosas cambian. Ahí ya se amontonan tantos planes que albergo muy pocas esperanzas de llevarlos todos a cabo. Los momentos clave son: 1) mediados de junio, ceremonia de coronación en Bratislava, hopefully con su correspondiente interpretación del Mesías de Händel en la catedral de San Martín, que el año pasado me la perdí; 2) último fin de semana de junio, centenario del asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, que supongo que montarán algo para conmemorarlo, y si no me da igual, visito Bosnia, que la tengo pendiente; y 3) último fin de semana de julio, Carpathian Alliance en Volosianka. Los días del medio, visitas a los amigos y las ciudades que correspondan. ¿Mucho? Sí. ¿Demasiado? Muy probablemente. ¿Se llevará algo a cabo? Eso espero.


La catedral, achatada y con perspectiva chunga, 1825.


A más largo plazo, el plan es quedarme aquí hasta que acabe la carrera, lo cual debería suceder en año y medio si todo va bien, y después irme por esos mundos de Lu-ci-feeeeer. Adónde no lo sé, y mi objetivo cambia periódicamente. Hace dos años y medio quería irme a Bélgica. Poco después, a Holanda o a Dinamarca. Más recientemente, a Alemania o a Austria. Actualmente me muero de ganas de irme a Ucrania. Sí, ya sé, no es un país que funcione bien, blablablá. Me la refanflinfla, me apetece igual. Pero tranquilos, porque para cuando acabe la carrera ya tendré otro destino en mente. También veo Eslovaquia como una opción. Si bien a algunos países cercanos a ella tengo bastante claro que no quiero ir, Eslovaquia en concreto me atrae. Al menos ya no me cogerá de nuevas. Veremos.

Total: todo este rollo para decir que hasta verano no voy a ningún lado.