Sunday, October 14, 2012

Maratón conciertil trinacional: Chequia, Hungría, Eslovaquia





Hace tres fines de semana, Vica y yo nos dimos un palizón de trenes y de falta de sueño, sobre todo ella, para ver tres paradas de la gira conjunta de Arkona, Dalriada y Darkest Era. No voy a hablar de los conciertos en sí porque no interesan, las crónicas ya las pondré en Furia Asgardiana y en The Breathless Sleep. Aquí voy a contar todo lo demás.

Todo empezó un poco como de broma. Primero salieron las fechas de Arkona, y se sabía que en Budapest estarían acompañados por Dalriada entre otros. Más tarde se anunció que con ellos iría Darkest Era, un grupo norirlandés, y en ese momento me puse contentísimo; el resto de la gente del foro donde lo comentamos estaba en plan “y esos quién rayos son”, así que les recomendé escuchar su único disco The last caress of light, porque es una pasada. Una cosa bastante parecida a Primordial pero sin rastro de la crudeza que caracteriza a sus vecinos, voz limpia y algunas influencias maidenianas (el cantante hasta dice lo de “scream for me [$nombre_de_la_ciudad]”). Además, en Brno y Budapest habría muchos más grupos. En un principio dijimos: eh, molaba ir a Brno también, ja, ja, enchenta de Arkona, ja, ja. Poco a poco se fue convirtiendo en un: oye… ¿y si vamos? ¿Crees que nos cuadrarán los trenes?... Y de ahí al resultado final: ir a los tres.

El viernes 28 de septiembre me levanté tempranito, a las ocho, para desayunar, ducharme, afeitarme, preparar la mochila, etcétera, y coger el tren de las diez. El plan era llegar a las doce menos cuarto, darme una vuelta y volver a la estación a buscar a Vica dos horas más tarde, que venía desde Komárno, para a continuación comer juntos y tirar para la sala. Al final no lo hice. Tenía sueño y preferí dormir una hora más, porque el día iba a ser completito. Así que cogí el siguiente tren, para sorpresa de la húngara cuando me vio entrar en el compartimento en el que se hallaba.

Llegamos más tarde de la hora prevista porque el tren llevaba media hora de retraso, pero aun así teníamos tiempo de sobra. Conseguimos entre los dos unos quince euros en coronas (las monedas son preciosas y enormes), nos dimos un pequeño paseo por el
Una calle del centro de Brno.
Vica has two fork!
centro y nos sentamos en un banco de un concurrido parquecito a comer nuestras chachiguachis hamburguesas. Al menos las mías lo eran. Grandochas, con la carne sobresaliendo partout, ensalada y mayonesa, 2,63 cada una, compradas en la estación de Bratislava. Volvimos despacito y dando un rodeo hasta la parada de tranvía de delante de la estación, y allí nos encontramos a dos miembros del grupo checo Cruadalach, uno de los cuales era conocido de Vica. Hablamos un rato y luego ellos se fueron para la sala, que aún tenían que probar sonido; nosotros nos lo tomamos con más calma, y más adelante nos encontramos con una pareja que también iba al concierto. Él hablaba un inglés muy gracioso, con perfectísimo acento londinense, parecía de la BBC, impecable; y si ya es gracioso de por sí, cuánto más oírselo a un checo.

Total, que llegamos a la sala y nada más entrar nos encontramos con Lazar, guitarrista de Arkona, y Antón, mánaller o algo así del grupo, quien nada más ver a Vica le regaló una camiseta que le había prometido tras utilizar sin permiso un texto escrito por ella para la promoción de la gira (buscad el trailer en el Youtube, eventos del Facebook, etc., y podréis leerlo). Vica, a su vez, le dio a Lazar una cartulina de felicitación, escrita y dibujada por ella, porque había estado de cumpleaños unos días antes, y él a cambio le dio una copia de su disco Slovo en edición rusa, un digibook tó guapo. O sea, que hizo buen negocio, la chavala. Oh, y no sabéis lo que vendían en el tenderete de Arkona: cintas de cassette de los dos primeros álbumes.

Los conciertos, como dije, tienen su crónica aparte, así que no los voy a detallar aquí. Cuando acabó el de Arkona, que fue el penúltimo, la cantante Masha se fue al área de músicos vestida con una sudadera negra, la capucha puesta y mirando al suelo. La pobre debe de estar harta de los fans. El siguiente y último concierto fue el de Darkest Era, que moló un montón porque al haber ya poca gente fue muy cercano; terminó sobre las dos y pico, nuestro tren salía a las tres y veinte, y Vica se empeñó en que quería entrar en el área privada a abrazar a Masha; poco le importó que le metiera prisa para el tren o que le dijera que la rusa evidentemente no quería ver a nadie. Al final se las apañó para entrar, yo, por supuesto, fui detrás, y Masha, al verla, puso cara de resignación y tardó un instante en saludarla, con una sonrisa cansada. Hablaron dos minutos, se abrazaron y nos fuimos; entonces Vica dijo que nunca más la volvería a perseguir. De recuerdo me llevé un set list de Arkona.

Salimos de la sala y fuimos a la parada de autobús, para enterarnos de que el nuestro acababa de pasar y el siguiente llegaría demasiado tarde. Como cortarle el cuello a Vica no habría servido de nada en ese momento, optamos por echar a correr. Por suerte no nos perdimos y subimos al tren sólo un minuto antes de que arrancara. Iba
El escenario de Arkona molaba
petadísimo. En realidad no era para tanto, pero era de éstos de compartimentos que tienen tres asientos enfrentados a otros tres, y había gente que iba durmiendo tumbada en dos o en tres, mientras que otros nos tuvimos que quedar en el pasillo. Dirás tú: pues pídeles educadamente a los de los compartimentos que te dejen un hueco. ¡Ah, pero los compartimentos tenían las puertas cerradas con pestillo! Patético. Así que nos quedamos en el pasillo de medio metro de ancho la hora y media o dos horas que duró el viaje. El viaje a Bratislava, claro; una vez en la capital eslovaca tuvimos que coger otro tren a Komárno, de ahí un taxi a Komárom (la mitad de la misma ciudad que está al otro lado del río y por tanto de la frontera) y de Komárom un tren a Budapest. Acertaste: tanto lío no vale la pena en absoluto, y menos si en lugar de caminar coges un taxi, porque se te lleva el poco ahorro que te suponía hacer la jaimitada en lugar de coger el tren directo de capital a capital. Eso sí: a partir de Bratislava fui durmiendo en todos los trenes. Y en el taxi. Y en el hipermercado al que fuimos en el rato muerto que tuvimos antes del tren a Budapest. Durante ese rato fui guiado por la húngara casi como un ciego y sólo espabilé un poco, poquito, para reñirle, totalmente en vano, por usar las máquinas de pagar en lugar de ir a una cajera.

Al llegar a la capital húngara ya me espabilé. Dejamos las cosas en la residencia, bajamos a comprar algo de comer y tiramos para la sala, que abría puertas a las tres o así. Allí, Vica se encontró con sus amigos de medio país y parte del extranjero
Ridículo minifutbolín que hay
en el local de Brno
(concretamente Croacia y Polonia). La sala, antes llamada Wigwam y ahora Club 202, es grande y preciosa, decorada con temática de indios norteamericanos: mucha madera, telas, pieles y dibujos de tótems y demás. De nuevo, no voy a entrar en detalles de los conciertos, pero hay que destacar al cantante de KerecsenSolyom, todo un espectáculo unipersonal, uno de los mejores y más enérgicos “fróntmanes” que vi nunca. Al acercarnos al tenderete de Darkest Era, la batería y el bajista nos saludaron, pues nos recordaban de la noche anterior, y les compré el disco, un EP y una camiseta, todo ello por 20 €; y el álbum me lo firmó todo el grupo. Más tarde hubo firma de discos por parte de Dalriada, que en su país son superfamosos y tienen superéxito, y les pedí que dedicaran el que acababa de comprar a Enlil y su hermano para mandárselo por correo a la semana siguiente.

Acabados los conciertos nos separamos. Yo llegué a Bratislava a las diez de la mañana o así y me fui directo a la residencia a dormir. A la hora del concierto fui a la sala y llegué a pocos minutos de que empezara Dalriada, el primer grupo de esa noche;
¡Arkona vendía cintas! Me quedó pena de
no comprar alguna, obviamente por puro
coleccionismo descerebrado. (El precio
está en coronas checas; son unos
cinco euros.)
Vica entró media hora más tarde, aproximadamente. Estaba desganado en general, y durante Arkona no me apeteció más estar allí, así que me fui a la barra, donde se dio la casualidad de que estaba Lisa, la batería de Darkest Era, bebiendo un whisky caliente con limón. No digo del tiempo, no: digo caliente, como la leche del desayuno. Y no digo unas gotas de limón, no: digo un cuarto de limón metido dentro del vaso, previamente exprimido sobre el mismo. Parece que esa guarrada es bastante típica allí, y me la dejó probar y la verdad es que no sabe mal. Al poco llegó Krum, el cantante, escrín for mí Bratislava, y mientras se tomaba otro de lo mismo, llegó un tío y le ofreció un vaso de borovichka o pálinka o una cosa local de esas que el norirlandés rechazó con agradecimiento. Aun así, el tío se enfadó y me lo acabó dando a mí (juro que no estaba poniendo cara de quererlo ni haciendo nada más que observar la escena). Y como tenía el vaso delante y tanto el tío como Krum se fueron, pues mira, no era plan de desaprovechar el licor…

Al acabar Arkona volvimos a ver a Lisa y al bajista (cuyo nombre desconozco porque entró en el grupo hace muy poco y no lo encuentro en los internetes), quienes nos dijeron que para la próxima avisáramos y nos invitaban al concierto. Poco después nos pusimos a hablar con otra de Darkest Era y dos de Arkona, nos hicimos la foto de rigor, que por cierto quedó muy chula, y finalmente abandonamos el local para ir a la estación, donde Vica cogería el tren que la llevaría de vuelta a Budapest, terminando así la aventurilla folkmetalera.

Por cierto, al acabar Arkona el tercer día vimos que dos chavalas cogían del foso el enorme y rústico pandero de Masha Scream; supusimos que era para dárselo a sus dueños, pero un rato después nos quedamos con cara de tontos cuando Lazar nos dijo que lo habían robado...

2 comments:

  1. Thanks for cutting me in half... :DD

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    1. I want my readers to focus in the futbolín and not get distracted by girls :P

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