Sunday, December 30, 2012

Ametralladoras y bayonetas


–No tengo miedo de morir mañana, sino de que me maten.
–Pues sí que te aclaras.
–Oye, ¿y si te liquidan, tú qué prefieres: bayoneta o ametralladora?
–Ametralladora, claro.
–¡A eso voy, a eso voy! Las dos son trozos de metal que te rajan las tripas, pero la ametralladora es más rápida, y casi no duele porque es limpia.
–¿Eso qué demuestra?
–Que la mayoría de nosotros teme más que le hieran a que le maten. Bernard se caga de miedo con el gas. Sin embargo, a mí no me preocupa. Dice que ha visto fotos de heridos por gas. Yo también, y no me asustan. Aunque te digo una cosa: no soportaría ir sin casco en la cabeza. En cambio, fíjate, me da igual llevar el culo al aire. ¿Sabes por qué?
–Porque en la cabeza tienes la sesera.
–¡Porque sé que una herida en la cabeza es peor que en el culo! El culo es todo carne y en la cabeza hay huesos también.
–Lo dirás por ti.
–Dime una cosa. Aparte de la bayoneta, ¿qué te da miedo?
–Los explosivos.
–¡Igual que a mí, exactamente igual, porque puede triturarte mucho más que otras cosas! ¿Lo ves? Es lo que quiero decirte: si tienes miedo de cascar te pasas el resto de tu vida acojonado, porque ya sabes que un día u otro la cagas. Y además, si lo que te da miedo...
–Cállate ya.
–...de verdad es la muerte, ¿por qué preocuparse de cómo van a matarte?
–Eres demasiado listo para mí, profesor. Lo único que sé es que nadie quiere cascar.

Senderos de gloria, 1957.

Saturday, December 15, 2012

Invierno en Primaciálne námestie

Primaciálne námestie, Bratislava, 14·XII·2012, 20:28.

Alguien que supiera y tuviera una cámara decente podría mejorarla cien veces (para empezar, enfocando más arriba), pero a veces una foto sale preciosa por sí sola, solamente por lo que muestra.

Saturday, December 8, 2012

Asignaturas del primer cuatrimestre

Mi librito de asignaturas parece un pasaporte.

Algunos recordaréis que antes de verano hice un contrato de estudios chachi piruli que incluía inglés, francés, alemán, eslovaco, húngaro y una asignatura sobre tradición folklórica oral. Todo era muy bonito hasta que llegué a la universidad por primera vez, lo cual sucedió el 17 de septiembre por la mañana, sólo unas horas después de haber llegado a la capital eslovaca. Ese día había quedado con mi coordinador, quien me orientó un poco con lo básico pero recalcó que el encargado de firmar papeles y esas cosas es el tío de la oficina de relaciones internacionales. Es una facultad de letras en la que prácticamente todos los profesores con los que hablé tienen un nivel de inglés entre bueno y magnífico, a excepción de este señor que se encarga de los erasmus, cuyo nivel es el justito para pasar el día. Además no contesta a ningún e-mail que se le manda, ni siquiera los lee. Todo esto hace las cosas, no imposibles, pero sí un poco más complicadas de lo que debieran.

Total, que teniéndolo todo más o menos claro, al día siguiente, martes, me dirigí todo feliz a mi primera clase: la de alemán, que se imparte en inglés. Nos presentamos todos, la profesora habló un poco de cómo iba a ser la asignatura y se acabó la clase. A la hora siguiente tenía húngaro, que me hacía una ilusión tremenda. Fui al aula correspondiente y no había nadie. Mala suerte. El miércoles volví a tener alemán, una clase que duró quince o veinte minutos en la que la profesora dijo, en eslovaco, que como había alumnos con distinto nivel, tendría que ver cómo hacía. Estas dos "clases" fueron todas las que tuve en dos semanas.

Que conste que yo fui a la facultad todos los días, pero cada asignatura tenía un problema distinto. Me enteré de que el húngaro impartido en inglés se había cancelado, porque sólo estábamos apuntadas dos personas y la otra era eslovaca, con lo que se fue a húngaro impartido en eslovaco. La folk oral tradition directamente no existe. El eslovaco tampoco existe tal y como se suponía que iba a ser,
El contrato de estudios original
aunque por suerte me pude apuntar a otro curso similar y con el mismo número de créditos, que no empezaría hasta octubre. Otras asignaturas no las llegué a encontrar nunca y en algunos departamentos tampoco di con nadie que me pudiera orientar. Hubo otras que tenían plazas limitadas (sobre quince o veinte) y cuando llegué ya estaban los grupos llenos. Llegó un momento, al terminar la segunda semana, en el que empecé a mirar cada día los horarios de todas las asignaturas que me pudieran interesar un poco de cada departamento e ir al día siguiente preguntándole a cada profesor si me podía unir a su clase. Hubo uno que me reprochaba que el periodo de matrícula se había acabado ya, pero al final me dejó quedarme, aunque me puso dos faltas, que es el número máximo.

Al final de la tercera semana o principios de la cuarta ya tenía todas las asignaturas, que son las siguientes:

Practicals in English I, a la que podemos llamar Inglés de Bachillerato por Enésima Vez. Al menos es suficientemente entretenida y la profesora es muy buena docente, además me ayudó con varias cosas. Me metí en su clase en parte por recomendación de David, un chaval de mi facultad que estuvo aquí hace dos cursos y me orientó bastante.

Practicals in English II. De nuevo inglés generalista, pero esta vez con ejercicios complejos que te hacen buscar diferencias de matiz en estructuras similares, aprender vocabulario un poco más rebuscado, etcétera. Creo que es una asignatura de máster, o de segundo ciclo al menos. La profesora, de procedencia bielorrusa, es también muy maja, joven (cuando estaba esperando por ella en la puerta del aula el primer día y entró, seguí esperando porque creí que era una alumna) y además está tremenda. Todo esto, añadido a que me gustan los textos que nos manda leer, convierte a esta asignatura en una de mis favoritas. Aparte tiene y demuestra un conocimiento muy amplio del inglés, mucho más que los otros profesores que tengo.

Written and Spoken English debería llamarse Phrasal Verbs in English, porque es lo único que hacemos, exclusivamente. (Un phrasal verb, para el que no lo sepa, es aquél formado por un verbo y una preposición, que al unirse adquieren un significado distinto al que tendrían por separado; por ejemplo, look es mirar y after es después, pero look after es cuidar.) Este tío es el que no me quería dejar entrar al principio. No es mal señor, pero creo que me tiene un poquito de ojeriza, aunque también pienso que se le está pasando desde que imprimí el libro que nos dio en pdf, hago los ejercicios sin mirar por los de Lucía y fui de los pocos que aprobamos un examencillo. Aún no sé la nota del examenzote, por cierto. Es un poco locura, porque entraban treinta unidades y en cada unidad hay sobre doce o quince phrasal verbs que no queda otra que aprenderse de memoria. Echa tú las cuentas.

[Ya la tengo y no es buena. En enero tengo otro examen de las siguientes treinta unidades.]

English Composition I (también llamada Creative Writing) es posiblemente la asignatura más chula, más exigente y cuyo horario me viene peor, porque es la única que tengo los viernes y me impide irme de fin de semana el jueves por la noche. La profesora es una yanqui, probablemente ya cercana a la jubilación, muy abierta y charlatana, así como los alumnos, unos diez, todos interesadísimos y participativos. Parece una clase de película hollywoodiense, o un club de lectura y escritura, con todo el mundo aportando su opinión y comentando los textos que nos da y los que nos mandó escribir a nosotros mismos la semana anterior. Encima, la mayoría de las veces (salvo cuando le hace falta el proyector) damos la clase en una cafetería. Lo dicho: una película estadounidense. La compararía con El club de los poetas muertos si la hubiera visto.

Introduction to French Lexicology: la lexicología estudia las palabras, su etimología, su formación y su clasificación. Esta asignatura ofrece exactamente lo que promete y la profesora también es maja, guapiña y jovenzuela. Vive en mi residencia, por cierto.

French Language Classes I: francés generalista con profesor nativo, nivel no muy alto pero tampoco excesivamente bajo. Sin queja.

Spanish Lexicology and Vocabulary: Como la de francés, pero en español. La da mi coordinador, y flipas con su castellano: no es sólo que hable como un nativo, con perfectos acento y entonación, sino que además cambia sin despeinarse de variedad española a argentina, mexicana o de donde sea.

Alemán I es la peor de todas. La profesora es de las peores que tuve, no porque le falte conocimiento de lo que enseña ni porque sea mala persona, sino porque no sabe enseñar. Un día nos dio un montón de frases con huecos para completar; lo que faltaba no eran verbos para conjugar, o posesivos, o algo concreto, sino palabras a voleo. Otro día nos dio un texto sobre Alemania, su división política, características sociales y demás, y nos dijo: hala, leed eso y las palabras que no entendáis me las preguntáis. Ese tipo de cosas es lo que hacemos. ¿Aprender? Cero.

Slovak as a Foreign Language A1 es un curso de 150 € pensado para gente de fuera de la universidad, aunque a mí me sale gratis por ser estudiante de intercambio. Acabé en ese grupo de rebote; todos mis compañeros rondan o superan los treinta años de edad, pero el curso para erasmus equivalía al que hice en Košice y el nivel siguiente es demasiado alto para mí. Otra profeseroa de buen ver y otra clase sobre la que no tengo queja, aunque a menudo me pierdo, pero eso es problema mío. El eslovaco ist krieg, y el horario nocturno no ayuda...

Monday, December 3, 2012

Una noche en la ópera

Foto robada a Dottore Gianni.

El viernes fui a ver El cascanueces de Chaikovski. A pesar de que me apetecía bastante y sabía que me iba a gustar, me emocionó y significó para mí mucho más de lo que me esperaba, especialmente las famosas danzas del segundo acto. Esas danzas son de las primeras piezas musicales que entraron y se quedaron en mi cerebro; desde que tengo memoria, esas notas y las imágenes que incrusto a continuación pertenecen a ella. Tras, pongamos, veinte años, vi el ballet en directo por primera vez, y nada menos que en la ópera de Budapest.


Fantasia, of cors. A mis primas pequeñas no les gusta porque «é sólo música». Pobriñas...

Tuesday, November 27, 2012

Noctambulismo

Edward Hopper, Noctámbulos.
Son las cuatro y diez de la mañana de un martes. Miguel y Luís, mis compañeros de habitación, llegaron de los bares hace unos tres cuartos de hora, se cocinaron un arroz con salchichas y se lo comieron mientras yo me tomaba mi leche con galletas. ¡Claro que sí! ¿Para qué rayos quieres si no ser un estudiante en una residencia? Además, mañana me levanto a las diez, que es una hora relativamente fácil. Miguel a las nueve, creo, y Luís no sé. Who cares. Ahora me voy a dar una ducha, que no sé cuántas semanas hace ya de la última. Fuck the world. Hail and kill. May your sword stay wet like a young girl in her prime.

Dobrú noc!

Sunday, November 18, 2012

Dos anécdotas triviales

En Eslovaquia, cuando hay un paso de cebra sin semáforo, no esperes que ningún coche pare. Cuando digo ninguno no quiero decir la mitad, ni menos de la mitad; quiero decir ninguno. Da igual que hagas amago de cruzar, que te adelantes un poco, que estires la mano o el pie. Si el coche viene un poco lejos y te da tiempo, puedes dar dos pasos para que las opciones del conductor sean parar o atropellarte, y entonces aminorará; pero como vengan muy seguidos, olvídate. Y si bajas del tranvía en la misma parada que coges el bus y ambos llegan a la vez, verás cómo la gente se sube tranquilamente al bus y luego arranca mientras tú esperas como un idiota en el paso de cebra sin semáforo que está a ocho metros de distancia.


Ayer fui a Komárno por la feria de San Andrés (Szent András) y, en una carretera pequeñaja, un coche paró y me dejó pasar. Miré para Vica con cara de sorpresa y una inmensa sonrisa, empecé a balbucear emocionadamente: "pero pero pero ¿tú viste eso?", y ella me respondió: "tranquilo, mira lo que hay encima del coche". Giré la cabeza y vi un cartelito en la capota que decía: Autoškola.

***

En otro orden de cosas, la mayoría estáis al tanto de que hace dos o tres años escribí una súper biografía de Moonsorrow –acompañada de sus correspondientes recopilación de entrevistas y página de Facebook– por la que obtuve reconocimiento por parte del propio grupo y que cosechó cierto éxito entre algunos seguidores acérrimos. Pues bien, hoy contactó conmigo un musicólogo francés que acaba de empezar un máster cuya tesis (o tesina, o lo que sea) estará enfocada en el mismo grupo. Durante dos años hará un trabajo de investigación que incluirá, a grandes rasgos, una introducción al black metal, al folk metal, al paganismo moderno y a la relación entre ellos; una biografía, más enfocada en los discos que la mía; análisis musicológicos propiamente dichos de la instrumentación, uso de voces y coros, estructuras y todo eso; aspectos estéticos y estilísticos de las letras (idioma, filosofía e ideología pagana subyacentes, referencias históricas) y del aspecto visual en las portadas y libretos de los discos; y el impacto e influencia de Moonsorrow en la escena metalera. Eso será el primer año. El segundo lo va a dedicar exclusivamente a hacer un análisis en profundidad del último disco, Varjoina kuljemme kuolleiden maassa.

O sea: una auténtica pasada. Se puso en contacto conmigo para que le ayude con la búsqueda de información e intercambiar ideas, lo cual me hace sentir orgullosísimo, y me invitó a un blog privado donde va publicando algunos detalles. Lo va a hacer en francés, intentará ponerse en contacto con el grupo y traducirlo al inglés para pasárselo, igual que hice yo, y dice que cuando termine ya se pensará si lo publica en internet o en libro o lo que sea; que la versión original será publicada por su universidad. Y ya fue casualidad que un par de horas antes de leer su primer mensaje estaba pensando en ponerme manos a la obra y continuar con mi biografía por donde la dejé. Estoy emocionadísimo e impaciente ya por leer lo que vaya escribiendo.

Sunday, November 4, 2012

Mi rutina bratislovaca

Se supone que abrí este blog, entre otras cosas, para contar mi día a día y así evitarme contar lo mismo mil veces por email o skype, y en dos meses y medio que llevo en Eslovaquia aún no conté absolutamente nada del país ni de mi vida en el mismo, así que voy a hacer un pequeño resumen, y ya veré si otro día lo amplío o no. La mayoría de las fotos de hoy son robadas de internet.

Bien. Llegué el 13 de agosto desde Budapest y pasé tres días en Komárno, en casa de Vica. El jueves 16 por la noche, tras un viaje en tren de seis horas con dos cambios, llegué a Košice, la segunda ciudad más grande del país (250.000 habitantes aprox) e inminente Capital Europea de la Cultura 2013, donde haría un curso intensivo de eslovaco. En cuanto llegué a la residencia ya tenía compañero de habitación: un
El centro de Košice
canario estudiante de Bellas Artes llamado Julián que había llegado esa misma mañana. Acordaos de este personaje, porque va a aparecer muchas veces en el relato. Nos llevamos bien desde el principio, por suerte. La primera semana y media estuvimos de vacaciones y nos dedicamos a explorar la ciudad e ir de excursión a los Tatras y así. Al principio la residencia estaba casi vacía, pero poco a poco fuimos entablando relación con los pocos vecinos de planta que teníamos, mientras iban llegando los que serían nuestros compañeros de curso, el cual empezó el lunes 27. Durante las tres semanas siguientes fuimos a clase todos los días de lunes a sábado, incluso el 29 de agosto, que es festivo nacional por una insurrección contra los nazis o algo parecido y todo lo demás estaba cerrado. Un día a la semana, las profesoras, Helena y Beata, nos llevaban de excursión, y la verdad es que estuvieron muy bien: la primera fue a una cueva de aragonita, a la mansión de Betliar y a un mausoleo que hay cerca; la segunda, a dar un paseo en barca por el río Dunajec, que hace frontera con Polonia, y a ver el castillo y el museo al aire libre (casitas rurales de hace cien años) de Stará Ľubovňa; y la tercera, al castillo de Spiš y a los Altos Tatras (me parece que a Tatranská Lomnica, pero no estoy seguro). Os especifico todo esto por si os apetece buscar imágenes o algo.

Mis compañeros del curso de eslovaco

El día 16 de septiembre, exactamente un mes después de poner el pie en Košice, nos llegó la hora a Julián y a mí de despedirnos de nuestros compañeros y venir a Bratislava, donde dejaríamos de ser compañeros ourselves, pues estamos en distintas residencias. La mía, Mlyny, ya os la mencioné alguna vez: aloja a unos ocho mil estudiantes y tiene todo tipo de servicios: bares, discotecas, papelerías/copisterías, por supuesto comedores y lavanderías, una óptica, una peluquería, una capilla y lo que me falte por descubrir. Vivo en una habitación triple con un español de Madrid y un portugués de Aveiro, y a estas dos nacionalidades pertenecemos la mayoría en esta planta y en la de encima, por lo menos. Sobre todo españoles. No me hace
Vivo en una colmena
puñetera gracia, porque para estar con españoles me quedaba en España, y además los españoles son unos ruidosos que flipas. Ya van varias veces que llega una panda de borrachos a las cuatro de la mañana gritando por el pasillo, dando golpes y cantando la mierda de "yo soy español español español" con música rusa, que anda que hay que ser gilipollas, especialmente por sentirse orgullosos de pertenecer a ese agujero de... En fin, me callo, ya os hacéis una idea de lo que me gusta España y lo mucho que me apetece volver. De todos modos tengo que decir que mis dos compañeros son bastante tranquilitos y me llevo bien con ellos; no entablamos especial amistad, nunca fui con ellos de fiesta ni de viaje, pero tenemos buena relación en cuanto a que nos ponemos de acuerdo con facilidad, nos hacemos favorcillos unos a otros, si nos coincide bien bajamos juntos al comedor, esas cosas.

Te preguntarás: y si los españoles como masa te gustan tan poco y con los de tu residencia no te llevas mucho, ¿con quién sales? Pues con Julián y sus compañeros de residencia y de escuela de Bellas Artes; en adelante, los artistas. Además de él están un alemán, un estadounidense, cuatro finlandeses, dos mexicanas, una rusa, dos checos, una polaca... A los tres primeros mencionados los veo cuatro o cinco días a la semana. Aunque lo que más hacemos es ir de bares, a veces vamos a exposiciones, al ballet o cosas así, lo cual ni de coña podría hacer con mis vecinos de pasillo, y esa es otra razón por la que no salgo con ellos. La pena es que todos salvo el canario se van a ir en enero, pero bueno, ya nos haremos otra panda, y a los que se vayan los iré a visitar durante el segundo cuatrimestre. Al menos a Munich pretendo ir.

En la facultad no estoy especialmente contento, aunque tampoco me quejo. Mi súper convenio lleno de asignaturas superguays se fue al traste
Mi facultad
casi por completo, y ahora las únicas asignaturas que tengo son cuatro de inglés, dos de francés, una de español (Lexicología, listillos, no de aprender a hablar), una de alemán y una de eslovaco. Todas las sesiones son de hora y media y sus horarios son raros: de cuatro y cinco a seis menos veinticinco, de once menos diez a doce y veinte... Tengo una clase semanal de cada asignatura salvo de alemán y eslovaco, que tengo dos de cada, y los lunes tengo tres clases, los martes dos, los miércoles cuatro, los jueves una y los viernes también una que maldita la hora en que la cogí, porque me impide salir de viaje los jueves por la tarde. Otro día os cuento con más detalle qué asignaturas tengo, cómo las dan, cómo es la facultad... porque la verdad es que hay bastantes diferencias con las universidades españolas.

Pues ahí lo tenéis. Los días de semana me levanto a la hora que me toque según la clase que tenga, a mediodía vengo a comer bazofia monocroma por dos euros en el comedor de la residencia, por la tarde voy a más clases o hago algún recado, llevo a cabo las tareas hogareñas que toquen, salgo de bares con los artistas, ceno leche con galletas (¡ahora también colacao!, me vino en la maleta con la ropa de invierno) mientras veo una serie y me voy a la cama. Los fines de semana, pues lo que surja. Me voy de viaje, o hago algo con los artistas, o quedo con Vica, o asisto a algún concierto...

En resumen: que no me puedo quejar de lo mal que vivo. Como despedida voy a poner una lista de los conciertos que llevo presenciado desde que estoy aquí. Una de las principales razones para elegir esta zona como destino para mi erasmus fue hincharme a conciertos, y de momento creo que estoy cumpliendo. No cuento el Carpathian Alliance ucraniano porque aún no había pisado suelo eslovaco, ni mi presencia allí tenía nada que ver con el erasmus.

12·IX: Carmen (una adaptación rara), Košice, Eslovaquia.
15·IX: Nabucco, Košice, Eslovaquia.
28·IX: Samhainfest Moravia, Brno, Chequia.
29·IX: Samhainfest Budapest, Budapest, Hungría.
30·IX: Arkona + Darkest Era + Dalriada, Bratislava, Eslovaquia (crónica coming soon).
04·X: Slovenská filharmónia (Orff, Prokofiev, Simai), Bratislava, Eslovaquia.
15·X: Therion, Cracovia, Polonia.
18·X: El lago de los cisnes, Bratislava, Eslovaquia.
19·X: Perunica Fest, Nitra, Eslovaquia (¡vi a Natural Spirit!).
25·X: Slovenská filharmónia (la quinta de Chaikovski et al.), Bratislava, Eslovaquia.

Ya que estoy, voy a seguir actualizando la lista, because why not.
30·XI: El cascanueces, Budapest, Hungría.
08·XII: La bella durmiente, Bratislava, Eslovaquia.
21·XII: Žiarislav a Bytosti, Bratislava, Eslovaquia.
26·I: Karvai Rockfest (Rómeó Vérzik, Auróra, Blues Company, Kerecsen, STRoke), Kravany nad Dunajom, Eslovaquia.
1·II: Irish Dew, Praga, Chequia.
8·II: Slovenská filharmónia (Beethoven, Chaikovski, Schumann), Bratislava, Eslovaquia.
19·II: Carmen, Bratislava, Eslovaquia.
22·II: Folk Farsang 2013 (Ankh, Avven, Niburta, Virrasztók, Silent Stream of Godless Elegy, Metsatöll, Korpiklaani), Budapest, Hungría.
1·III: Primordial + Moonsorrow + Taake + Helheim + Orkan, Pratteln, Suiza.
23·III: Sabaton + Eluveitie + Wisdom (HU), Bratislava, Eslovaquia.
24·III: Stratovarius + Amaranthe + Seven Kingdoms, Bratislava, Eslovaquia.
13·IV: Avven + otros que ni vi ni recuerdo, Bratislava, Eslovaquia.
19·IV: Iron Maidnem (es grasioso porque "maidnem" en húngaro significa "casi". Grupo tributo a Milladoiro), Budapest, Hungría.
17 y 18·V: Juwenalia Czyzynalia (Sabaton, Within Temptation, Jelonek, Guano Apes, Luxtorpeda, Future Folk y qué sé yo qué más), Cracovia, Polonia.
29·V: Друге Сонце + Троя + Sinography (sólo vi a estos dos últimos), Kiev, Ucrania.
8·VI: Romeo y Julieta, Bratislava, Eslovaquia.
15·VI: Lohengrin, Bratislava, Eslovaquia.

Saturday, November 3, 2012

Llegó la nieve


Esta es la pinta que tenía la entrada de mi residencia la noche del lunes al martes de esta semana. Siguió nevando un buen rato más, o sea que el manto blanco acabó siendo más espeso. Muchos estáis de vuelta de todo esto, ya lo sé, pero qué le voy a hacer, yo soy de la costa y me llaman la atención estas cosas.

Me contaron que el invierno pasado en Bratislava sólo nevó un par de días de diciembre, por eso me pilló un poco de sorpresa ver nevar tan pronto, pero así fue. La noche del 28 al 29 de octubre cayó la primera nevada (al menos la primera de más de cuatro copos), y de momento la única. Al ver que nevaba, una panda de españoles vecinos míos bajaron corriendo a desnudarse por completo y tirarse en la nieve. Una risa. Yo llegué tarde y me perdí el espectáculo. No sé si me habría atrevido a unirme, though...

Justo el viernes anterior recibí la maleta con provisiones invernales: un par de camisetas de manga larga, la cazadora, un gorro, pijamas largos, etcétera. De todos modos, un día de estos tengo que ir a comprar más camisetas y un par de botas. La cifra de mi cuenta corriente está bajando a una velocidad pasmosa, de verdad que no sé cómo hago, y ahora viene un gasto gordo, mon dieu... Encima, el gobierno nos recorta el erasmus. Menos mal que me vine a un país barato, no quiero pensar cómo estarán los de Francia o Alemania.

Sí, uso la cazadora, ¿qué pasa? Es un coñazo porque luego entras en cualquier sitio y hace calor, hay que quitarse la cazadora y el jersey, ponerlos en algún lado, se caen, molestan... Ya, ya sé que no hay que venir a Eslovaquia para que pase eso, pero no sé, no estoy acostumbrado, generalmente me pongo la cazadora dos veces cada invierno. De todos modos tampoco es que aquí haga un frío de morirse, de momento. 4-6 ºC por el día, algo menos por la noche. Lo malo es cuando hace viento, pero si no sopla todo va bien.

Sunday, October 14, 2012

Maratón conciertil trinacional: Chequia, Hungría, Eslovaquia





Hace tres fines de semana, Vica y yo nos dimos un palizón de trenes y de falta de sueño, sobre todo ella, para ver tres paradas de la gira conjunta de Arkona, Dalriada y Darkest Era. No voy a hablar de los conciertos en sí porque no interesan, las crónicas ya las pondré en Furia Asgardiana y en The Breathless Sleep. Aquí voy a contar todo lo demás.

Todo empezó un poco como de broma. Primero salieron las fechas de Arkona, y se sabía que en Budapest estarían acompañados por Dalriada entre otros. Más tarde se anunció que con ellos iría Darkest Era, un grupo norirlandés, y en ese momento me puse contentísimo; el resto de la gente del foro donde lo comentamos estaba en plan “y esos quién rayos son”, así que les recomendé escuchar su único disco The last caress of light, porque es una pasada. Una cosa bastante parecida a Primordial pero sin rastro de la crudeza que caracteriza a sus vecinos, voz limpia y algunas influencias maidenianas (el cantante hasta dice lo de “scream for me [$nombre_de_la_ciudad]”). Además, en Brno y Budapest habría muchos más grupos. En un principio dijimos: eh, molaba ir a Brno también, ja, ja, enchenta de Arkona, ja, ja. Poco a poco se fue convirtiendo en un: oye… ¿y si vamos? ¿Crees que nos cuadrarán los trenes?... Y de ahí al resultado final: ir a los tres.

El viernes 28 de septiembre me levanté tempranito, a las ocho, para desayunar, ducharme, afeitarme, preparar la mochila, etcétera, y coger el tren de las diez. El plan era llegar a las doce menos cuarto, darme una vuelta y volver a la estación a buscar a Vica dos horas más tarde, que venía desde Komárno, para a continuación comer juntos y tirar para la sala. Al final no lo hice. Tenía sueño y preferí dormir una hora más, porque el día iba a ser completito. Así que cogí el siguiente tren, para sorpresa de la húngara cuando me vio entrar en el compartimento en el que se hallaba.

Llegamos más tarde de la hora prevista porque el tren llevaba media hora de retraso, pero aun así teníamos tiempo de sobra. Conseguimos entre los dos unos quince euros en coronas (las monedas son preciosas y enormes), nos dimos un pequeño paseo por el
Una calle del centro de Brno.
Vica has two fork!
centro y nos sentamos en un banco de un concurrido parquecito a comer nuestras chachiguachis hamburguesas. Al menos las mías lo eran. Grandochas, con la carne sobresaliendo partout, ensalada y mayonesa, 2,63 cada una, compradas en la estación de Bratislava. Volvimos despacito y dando un rodeo hasta la parada de tranvía de delante de la estación, y allí nos encontramos a dos miembros del grupo checo Cruadalach, uno de los cuales era conocido de Vica. Hablamos un rato y luego ellos se fueron para la sala, que aún tenían que probar sonido; nosotros nos lo tomamos con más calma, y más adelante nos encontramos con una pareja que también iba al concierto. Él hablaba un inglés muy gracioso, con perfectísimo acento londinense, parecía de la BBC, impecable; y si ya es gracioso de por sí, cuánto más oírselo a un checo.

Total, que llegamos a la sala y nada más entrar nos encontramos con Lazar, guitarrista de Arkona, y Antón, mánaller o algo así del grupo, quien nada más ver a Vica le regaló una camiseta que le había prometido tras utilizar sin permiso un texto escrito por ella para la promoción de la gira (buscad el trailer en el Youtube, eventos del Facebook, etc., y podréis leerlo). Vica, a su vez, le dio a Lazar una cartulina de felicitación, escrita y dibujada por ella, porque había estado de cumpleaños unos días antes, y él a cambio le dio una copia de su disco Slovo en edición rusa, un digibook tó guapo. O sea, que hizo buen negocio, la chavala. Oh, y no sabéis lo que vendían en el tenderete de Arkona: cintas de cassette de los dos primeros álbumes.

Los conciertos, como dije, tienen su crónica aparte, así que no los voy a detallar aquí. Cuando acabó el de Arkona, que fue el penúltimo, la cantante Masha se fue al área de músicos vestida con una sudadera negra, la capucha puesta y mirando al suelo. La pobre debe de estar harta de los fans. El siguiente y último concierto fue el de Darkest Era, que moló un montón porque al haber ya poca gente fue muy cercano; terminó sobre las dos y pico, nuestro tren salía a las tres y veinte, y Vica se empeñó en que quería entrar en el área privada a abrazar a Masha; poco le importó que le metiera prisa para el tren o que le dijera que la rusa evidentemente no quería ver a nadie. Al final se las apañó para entrar, yo, por supuesto, fui detrás, y Masha, al verla, puso cara de resignación y tardó un instante en saludarla, con una sonrisa cansada. Hablaron dos minutos, se abrazaron y nos fuimos; entonces Vica dijo que nunca más la volvería a perseguir. De recuerdo me llevé un set list de Arkona.

Salimos de la sala y fuimos a la parada de autobús, para enterarnos de que el nuestro acababa de pasar y el siguiente llegaría demasiado tarde. Como cortarle el cuello a Vica no habría servido de nada en ese momento, optamos por echar a correr. Por suerte no nos perdimos y subimos al tren sólo un minuto antes de que arrancara. Iba
El escenario de Arkona molaba
petadísimo. En realidad no era para tanto, pero era de éstos de compartimentos que tienen tres asientos enfrentados a otros tres, y había gente que iba durmiendo tumbada en dos o en tres, mientras que otros nos tuvimos que quedar en el pasillo. Dirás tú: pues pídeles educadamente a los de los compartimentos que te dejen un hueco. ¡Ah, pero los compartimentos tenían las puertas cerradas con pestillo! Patético. Así que nos quedamos en el pasillo de medio metro de ancho la hora y media o dos horas que duró el viaje. El viaje a Bratislava, claro; una vez en la capital eslovaca tuvimos que coger otro tren a Komárno, de ahí un taxi a Komárom (la mitad de la misma ciudad que está al otro lado del río y por tanto de la frontera) y de Komárom un tren a Budapest. Acertaste: tanto lío no vale la pena en absoluto, y menos si en lugar de caminar coges un taxi, porque se te lleva el poco ahorro que te suponía hacer la jaimitada en lugar de coger el tren directo de capital a capital. Eso sí: a partir de Bratislava fui durmiendo en todos los trenes. Y en el taxi. Y en el hipermercado al que fuimos en el rato muerto que tuvimos antes del tren a Budapest. Durante ese rato fui guiado por la húngara casi como un ciego y sólo espabilé un poco, poquito, para reñirle, totalmente en vano, por usar las máquinas de pagar en lugar de ir a una cajera.

Al llegar a la capital húngara ya me espabilé. Dejamos las cosas en la residencia, bajamos a comprar algo de comer y tiramos para la sala, que abría puertas a las tres o así. Allí, Vica se encontró con sus amigos de medio país y parte del extranjero
Ridículo minifutbolín que hay
en el local de Brno
(concretamente Croacia y Polonia). La sala, antes llamada Wigwam y ahora Club 202, es grande y preciosa, decorada con temática de indios norteamericanos: mucha madera, telas, pieles y dibujos de tótems y demás. De nuevo, no voy a entrar en detalles de los conciertos, pero hay que destacar al cantante de KerecsenSolyom, todo un espectáculo unipersonal, uno de los mejores y más enérgicos “fróntmanes” que vi nunca. Al acercarnos al tenderete de Darkest Era, la batería y el bajista nos saludaron, pues nos recordaban de la noche anterior, y les compré el disco, un EP y una camiseta, todo ello por 20 €; y el álbum me lo firmó todo el grupo. Más tarde hubo firma de discos por parte de Dalriada, que en su país son superfamosos y tienen superéxito, y les pedí que dedicaran el que acababa de comprar a Enlil y su hermano para mandárselo por correo a la semana siguiente.

Acabados los conciertos nos separamos. Yo llegué a Bratislava a las diez de la mañana o así y me fui directo a la residencia a dormir. A la hora del concierto fui a la sala y llegué a pocos minutos de que empezara Dalriada, el primer grupo de esa noche;
¡Arkona vendía cintas! Me quedó pena de
no comprar alguna, obviamente por puro
coleccionismo descerebrado. (El precio
está en coronas checas; son unos
cinco euros.)
Vica entró media hora más tarde, aproximadamente. Estaba desganado en general, y durante Arkona no me apeteció más estar allí, así que me fui a la barra, donde se dio la casualidad de que estaba Lisa, la batería de Darkest Era, bebiendo un whisky caliente con limón. No digo del tiempo, no: digo caliente, como la leche del desayuno. Y no digo unas gotas de limón, no: digo un cuarto de limón metido dentro del vaso, previamente exprimido sobre el mismo. Parece que esa guarrada es bastante típica allí, y me la dejó probar y la verdad es que no sabe mal. Al poco llegó Krum, el cantante, escrín for mí Bratislava, y mientras se tomaba otro de lo mismo, llegó un tío y le ofreció un vaso de borovichka o pálinka o una cosa local de esas que el norirlandés rechazó con agradecimiento. Aun así, el tío se enfadó y me lo acabó dando a mí (juro que no estaba poniendo cara de quererlo ni haciendo nada más que observar la escena). Y como tenía el vaso delante y tanto el tío como Krum se fueron, pues mira, no era plan de desaprovechar el licor…

Al acabar Arkona volvimos a ver a Lisa y al bajista (cuyo nombre desconozco porque entró en el grupo hace muy poco y no lo encuentro en los internetes), quienes nos dijeron que para la próxima avisáramos y nos invitaban al concierto. Poco después nos pusimos a hablar con otra de Darkest Era y dos de Arkona, nos hicimos la foto de rigor, que por cierto quedó muy chula, y finalmente abandonamos el local para ir a la estación, donde Vica cogería el tren que la llevaría de vuelta a Budapest, terminando así la aventurilla folkmetalera.

Por cierto, al acabar Arkona el tercer día vimos que dos chavalas cogían del foso el enorme y rústico pandero de Masha Scream; supusimos que era para dárselo a sus dueños, pero un rato después nos quedamos con cara de tontos cuando Lazar nos dijo que lo habían robado...

Tuesday, October 2, 2012

Agueste IV: Lviv




VIERNES 10 DE AGOSTO DE 2012

Vítali, cartógrafo de profesión, o algo muy parecido, me estuvo dibujando planos la noche anterior y explicándome cómo llegar al centro y lo que allí hay. Mencionó unas treinta mil iglesias y catedrales, cada una de su padre y de su madre: que si jesuita, que si católica griega, que si armenia, que si ortodoxa de no sé dónde... Por allí también están la ópera y el ayuntamiento. Así que, cuando llegamos, y tras comprar los billetes para la vuelta y para Slavske, me dispuse a visitar el centro. Me recomendó coger el tranvía —valen el 1 y el 9, especifico por si a alguien le vale de algo— pero decidí ir a pie porque es muy
El circo de los horrores
fácil: primero vas hasta la iglesia gótica que ves enfrente nada más salir de la estación, luego giras a la izquierda, vas recto recto recto pasando un siniestro y envejecido circo hasta llegar a la ópera, ahí giras a la derecha y en cinco minutos más ya llegaste al ayuntamiento. Todo este paseo, que me llevó unos veinte minutos, lo pasé mirando maravillado todo lo que me rodeaba. Es un lugar en el que no me gustaría nada vivir, pero para visitar es extraordinario, al menos para un español. Si quieres ver una ciudad de los años cuarenta, no necesitas una máquina del tiempo: te basta con un billete de tren o avión a esta parte de Europa. Calles adoquinadas, transportes destartalados, edificios polvorientos... Contrastan un poco los coches, que en su mayoría, y como cabe esperar, son modernos. Saqué montones de fotos de estas calles, pero no captan en absoluto la atmósfera que se respira allí, if you get my point.

Вулиця Городоцька (calle Gorodotska)
La plaza encabezada por el edificio de la ópera está bastante guay. Algunos arbolitos, una fuente, estatuas. Me compré un helado en un puesto ambulante por
La ópera y su plaza
aquello de poder decir que me compré un helado frente a la ópera de Lviv, pero fue una mierda pinchada en un palo: me costó aproximadamente euro y medio (carísimo para esa ciudad) y la “bola” que le puso, ni llenó el cucurucho por dentro, ni sobresalía del mismo, ni tapaba la abertura en su totalidad. Seguí buscando el ayuntamiento. Cuando consideré que debía de estar muy cerca, entré en un sitio a preguntar; no supe decirlo, pero le enseñé al tío el dibujín que me había hecho Vítali de la torre con la bandera y ya me supo orientar. Me di un paseíto, vi cosas que describiré en el siguiente epígrafe, comí una pizza acompañada de un zumo de melocotón en un restaurante y volví a la estación a coger el tren para Slavske.

El plan de visitas, o algo así...

DOMINGO 12 DE AGOSTO DE 2012

Mientras estaba en el tren de vuelta recibí un mensaje de Julia, una chavala de Lviv con la que había contactado vía CouchSurfing. Fue una agradable sorpresa porque en varios días no había contestado a mi último mensaje y yo no tenía su teléfono, así que ya no contaba con ella. Quedamos entre los dos leones de la puerta del ayuntamiento; cogí un tranvía (jrivna y media, quince céntimos de euro) y fui directo para allá.

El centro es una chulada. El ayuntamiento está rodeado por cuatro estatuas, una en cada esquina, de dioses griegos: Adonis, Anfítrita, Artemisa y Poseidón. La mayoría de edificios tienen tres ventanas en cada piso; Julia me contó que eso es porque antiguamente cobraban un fuerte impuesto a quien los construyera más anchos. Hay uno
Edificios de tres ventanas de anchura
que tiene cinco, que perteneció a un filántropo al que le permitieron hacerla sin cobrarle extra como agradecimiento a todo lo que le había dado a la ciudad. No sale en la foto, está un poco más a la derecha, lo siento. El primer día pululaban por allí dos mozas, cada una con un gracioso vestido y una pamela, vendiendo caramelos que, curiosamente, sabían a caramelo. A lo negro que le echas por encima al flan. A azúcar quemado. Creo que nunca había probado ninguno. Besides, había una especie de autobús abierto por los lados en el que la gente se sentaba en taburetes mirando hacia dentro y pedaleaba para que avanzara.

Iglesias, como dije, hay unas ocho o diez. La más chula de todas es la católica griega, que no tengo muy claro si es iglesia o catedral. Su interior
está decorado de manera bastante bonita, con frescos en el techo. Hay pocas sillas y sólo se sientan los viejiños; lo normal es oír la misa de pie. En ucraniano hay dos palabras que significan iglesia, pero una se refiere a las polacas y la otra, a las… no sé, a las que no son polacas. Una de las palabras es церква (tserkva) y la otra es костьол (kostol), pero tampoco recuerdo cuál es cuál. Detrás de esta iglesia, el primer día había un mercadillo de libros, sellos y billetes antiguos, pero el segundo no porque estaba de lluvia. Y lo más gracioso es que en el medio de todas esas catedrales e iglesias hay un edificio que antiguamente era un puticlub, como atestiguan los altorrelieves que tiene tallados, que representan, alternativamente, una tipa en pelotas y un tipo haciéndose una paja.


Natasha, antigua profe mía de ruso con la que me sigo llevando, me dijo que probara el café de Lviv, que seica es muy bueno. Entre otras cosas me recomendó visitar la cafetería llamada Sinia Pliashka (ella me dijo Zelena Pliashka, es decir, botella verde en lugar de azul, lo cual provocó mucha risa tanto a Vítali como a Julia), recomendación que también me hizo Vítali, porque es elegante y porque tienen allí sacos de café y palas y te lo muelen en el sitio, o algo parecido. Esa es la gracia que tiene, porque el café tampoco es especialmente bueno, seica. Entré el primer día, pero el café me lo tomé con Julia en otro sitio. Pedí algo de nombre similar a lvivski kofe y no me gustó demasiado, la verdad. Tenía todo el poso en el fondo; se conoce que primero echan el café molido y luego el agua hirviendo encima. Sé que esta manera de prepararlo no es exclusiva de allí, pero nunca la había probado y no me hizo gracia el invento, no.

Otro sitio que visitamos fue la farmacia más antigua de la ciudad, que si no recuerdo mal data del siglo XVII, sigue funcionando como tal en la actualidad y se puede visitar por un precio no muy alto. Hay lo que te puedes esperar: aparatos antiguos como básculas, embudos, distintos recipientes,
Cocina alquímica farmacéutica
utensilios para cortar y moler, botes de hierbas y pócimas chungas, libros, y dos cosas que me llamaron especialmente la atención: un pergamino con símbolos que parecen alquímicos titulado “Criptogramas” y una cocina con agujero de aspecto casi medieval. O sin casi. Julia me dijo que eso era efectivamente antiguo, pero que a principios del siglo XX se seguían haciendo ese tipo de cocinas. A su alrededor hay unos cuantos animales disecados: un pez erizo, una tortuga, un cocodrilito, entre otros. Para terminar el apartado dedicado al paseo, me gustaría mencionar la “estatua de la Libertad”, que no sé si tendrá relación con la neoyorquina pero se le parece un montón, y la dinámica estatua de San Jorge, patrón de Lviv, en la que el dragón se ve reducido a una mera serpiente con cara de muy mala leche. Dice Julia que los equivalentes a Jorge en ucraniano son Iuri, como Iuri Gagarin, y G’eorgi, pero que ella no ve cómo pueden ser el mismo nombre. Yo lo veo clarísimo, la verdad. Compáralo con Jordi, por ejemplo. A G’eorgi le pongo un apóstrofo porque lo pronunció de una manera muy rara: primero dijo la ge, hizo una pausa como si se hubiera atragantado o tuviera hipo y luego dijo el resto. Le pregunté y me dijo que se dice así. Pues será. Ah, y me llevó a comer a un sitio donde probé el borsh verde (el rojo lo había probado ya en la estación de esquí), que sabe a caldo normal, y una especie de raviolis gigantes con forma de empanadilla llamados pirogui con smetana, una salsa de sabor similar al yogur, muy común en todo el centro y este de Europa. Sí, yo también me acuerdo siempre del compositor de El Moldava. No me parece un nombre serio para un músico importante. Imagínate llamarte Ludwig von Ketchup. O Wolfgang Amadeus Mostaza. (Por cierto, que me acabo de dar cuenta de que por aquí no deben de existir las empanadillas.)

Cuando se acercó la hora de irme nos dirigimos a la parada de tranvía. No daban pasado ni el 1 ni el 9 y yo ya me estaba poniendo nervioso, porque menuda gracia me iba a hacer perder el tren de las 21:30. Echamos a andar apurados hasta que cogimos otro que no lleva a la estación, pero al menos
Criptogramas
te acerca. Luego ella se tuvo que ir, me dio unas indicaciones y me dejó solo; minutos después me mandó un mensaje diciendo que detrás venía el 9. Bajé, le pregunté a un señor muy majo que sólo hablaba ucraniano pero hizo todo lo posible para que le entendiera, eran sobre y cuarto ya, vino el tranvía, monté, bajé en la calle de la estación, eché a correr como un descosido procurando al mismo tiempo no resbalar en las baldosas húmedas, y entonces me di cuenta de la situación y pensé: Jo. Estoy corriendo a toda velocidad por la calle de la estación de Lviv, ciudad extraña, lejísimos de casa, con letreros en cirílico y lengua casi desconocida, para no perder el tren que me llevará a Budapest. ¿Cuánta gente puede decir eso? Tengo una suerte que no me la merezco.

Y en ese momento, amigos míos, fui tremendamente feliz.

Tuesday, September 25, 2012

El rubio del bar

Hallábame yo ayer por la noche en un tranquilo bar del centro de Bratislava, acompañado por una panda de estudiantes de Bellas Artes, cada uno de su esquina del mundo, hablando de la vida y las bacterias del cosmos imperecedero y disfrutando de unas cocacolas y unos cacagüeses, cuando me fijé en que detrás de mí, en la mesa de al lado, había un rubio de melena lisa y perilla que me sonaba un montón. Primero le comenté a Julián que se parecía a Jens Johansson, aunque sabía que no era él. Sin embargo, me sonaba de algo más que de un mero parecido: yo a ese pavo lo conocía. Hablaba en inglés. Posiblemente fuera un estudiante más de los ocho mil que habitan en mi residencia y lo hubiera visto en los alrededores o en algún autobús. No le di más importancia.

Una o dos horas más tarde decidimos irnos a la cama, que ya era casi la una y el día siguiente (hoy) sería martes. Según salíamos aproveché para ir a mear, y los otros me esperaron fuera. Me dirigía yo a la puerta del baño, al lado de la puerta, cuando entraba el rubio; casi nos atropellamos mutuamente, y tras un instante de silencio, mientras yo me lavaba las manos y él meaba, inicié la conversación que sigue:

—Oye, ¿tú vives en la Mlyny?
—¿Que si yo qué?
—Yo a ti te conozco. ¿Vives en la residencia de estudiantes Mlyny?
—Eh, no, yo vivo en Suecia.
—¿En Suecia? ¿Y tocas en algún grupo? —En ese momento apartó la mirada.
—Sí.
—¿En cuál?
—Sabaton.
—¡Aaaah! Tú eres el que se quedó con Joakim, ¿no?
—Sí.

Y esa es la historia de cómo me hice una foto con Pär Sundström, bajista de Sabaton y uno de los dos únicos miembros fundadores que quedan, tras el abandono del grupo por parte del resto de sus compañeros.


Aunque dista de ser mi músico favorito, pienso que si estuviera en Suecia, o en una ciudad donde fueran a tocar inminentemente (especialmente en este caso), podría haberlo reconocido, pero en ese momento lo tenía totalmente desubicado. En el par de minutos que hablé con él después de salir del baño me dijo que estaba ahí porque mañana tocan en Viena, tenían un par de días libres y Bratislava es una ciudad que les gusta. Le pregunté si conocía a Sara from Madrid, que es amiga mía, y me contestó que sí, que había estado en su ciudad el mes pasado; cosa que yo, por otra parte, ya sabía, porque con lo contenta que estaba  de ir a Suecia al festival de Sabaton desde varios meses antes, como para no enterarse. Finalmente me informó de que tocarán en Bratislava en marzo y nos despedimos con un nais tumichu, un thank you my fan y un see you in March.

Wednesday, September 12, 2012

Suscripción feliz

Como alguno habrá notado ya, hace unos días añadí a la columna de la derecha una cajita de texto que permite suscribirse a las entradas del blog. Yo mismo la probé y funciona bien. No te avisa instantáneamente, sino al día siguiente o al menos unas horas más tarde, pero te manda la entrada formateadita con las imágenes que pueda contener, enlace al blog, etcétera. Es una cosa automática que ni te permite a ti conocer mi dirección de email ni me permite a mí conocer la tuya, ni siquiera cuánta gente está suscrita ni ninguna otra estadística. O sea que los que no teníais otra manera de seguir el blog que no fuera entrando cada poco, ahora ya la tenéis. Metes ahí tu email, le das a Submit, pinchas en el enlace del mensaje de confirmación que te llegará por correo y ya estás suscrito. Y el día que te hartes de mis paridas, vas al final del último aviso que te haya llegado, le das a Unsubscribe y fuera.

Para que no quede una entrada tan sosa, voy a colgar la foto que le hice a la mochila cuando estuvimos con Satán.



Poderoso Señor de la Noche,
Amo de las Bestias,
Emperador de la Oscuridad,
Rey de los lobos aullantes...

Wednesday, September 5, 2012

Agueste III: Ucrania sobre raíles. El tren de Budapest a Lviv

Billete de ida y vuelta Budapest - Lviv: 56 €
Reserva de vagón cama, ida: 11 €
Reserva de vagón cama, vuelta: 16 € (precios aproximados)

El billete se le compra a la compañía húngara MÁV Start en una taquilla. No se puede comprar por internet ni por teléfono. Si vas en cama, ésta se paga aparte: al comprar el billete pagas la de ida y al llegar a Lviv reservas la de vuelta. Precios de trenes desde Budapest. Ten en cuenta que los nombres de las ciudades están en húngaro.


Hoy voy a hablar de los trenes, que tienen su enjundia. O no tanta, pero ya lo escribí y me quedó demasiado largo como para meterlo en la entrada de Lviv, y no quiero borrar nada. Voy a ir abriendo y cerrando paréntesis al mismo tiempo: igual que conté juntos los dos días de Budapest, hoy hablaré de los dos trenes, el próximo día de las dos visitas a Lviv, y finalmente de Slavske y los Cárpatos.

Noche 9-10 de agosto

Me consideré llegado a Ucrania en cuanto metí el segundo pie en el tren, aún detenido en la budapestosa estación de Keleti, a eso de las seis y media de la tarde del jueves 9 de agosto. Essi subió conmigo; le dije: “this trip is going to be really interesting”, y en ese momento empezó a ser interesting: una joven pelirroja con mala leche me empezó a hablar en ruso a velocidad de crucero. O ucraniano, vete a saber. No los distingo. Aunque creo que era ruso porque el trayecto era Budapest – Moscú. En cualquier caso, conseguí entenderme con ella y que me dijera dónde me tenía que meter. Me despedí de Essi y entré en un camarote de esos con tres personas: un padre de 37 años llamado Vítali, una madre de 35 llamada Polina y un pequeño pero imparable torrente de verborrea de cinco años de nombre Varvara, Varia o Varusha para los amigos. Claro que en ese momento no conocía sus nombres. Al principio nos dijimos jelou, jelou, pero luego miré para Varia y le dije: “¡Priviet! ¿Kak tibiá savut?” Los padres, sorprendidos, se rieron, pero ella se quedó pillada un instante, creo que más por el acento extraño que por el hecho de que le preguntara su nombre en su idioma. “Varia. ¿A kak vas savut?” Así entablamos una conversación, con la ayuda de sus padres, que hacían las funciones de intérpretes como buenamente podían. En dos minutos ya estaba al día del nombre y la edad de todos ellos, de que su padre tiene un portátil y de que su abuela vive en otra ciudad o algo así; había asignado las camas, de modo que a mí me tocaba la de arriba, a Vítali la del medio y a ella y Polina la de abajo; y me preguntó si tenía mujer o hijos y de qué color era mi cepillo de dientes. Ah, y si me gustaban las chucherías, a lo que respondí afirmativamente, tras lo cual sacó una bolsita y me ofreció un gusano de gominola que le agradecí enormemente.

Hasta que se hizo de noche pasamos el rato primero jugando a unos juegos de cartas infantiles que tenía Varia (se partía de risa cada vez que veía que en la carta del vaso en inglés ponía glass, porque eso en ruso significa ojo, y se metía el dedo en uno), y después ella se fue a hacer amigos entre la gente de los otros compartimentos y contarles su vida como me la había contado a mí, con su madre corriendo agotada detrás de ella, mientras su padre me contaba el viaje que acababan de hacer por Europa. Cuando se hizo de noche y consiguieron dormir al tornado rubio seguimos hablando los tres durante varias horas, en una conversación un poco lenta pero muy interesante, en la que me contaron la historia de Lviv y me dijeron un montón de sitios para visitar, sobre todo iglesias en el centro de la ciudad. Ya os hablaré de ellas con más detalle. Vítali es bastante aficionado a la arquitectura y me dijo que conocía lo que hay en España pero no sabía nada de la historia del país, con lo que procedí a contársela lo mejor que pude. Con la tontería estuvimos de charla hasta la una o las dos, mirando de cuando en cuando cómo iba el cambio de vías. Las vías ucranianas son más anchas que las europeas, con lo que hay que subir el tren, vagón por vagón, a unos carros con las ruedas más separadas en un proceso lleno de ruidos y golpes que dura unas tres horas. Y no puedo cerrar el episodio del tren sin mencionar las beyond preciosas tazas en las que nos trajeron el té. En realidad no son tazas, es un coso de metal con asa dentro del cual metes un vaso de cristal común y corriente, y te queda súper majestuoso e imperial, con águilas y filigranas varias. Me dijeron que eso era típico de la era soviética.


Llegados a la estación, Vítali vino conmigo a reservar la cama para el viaje de vuelta, a comprar el billete para Slavske y a dejar el equipaje en la consigna, y me explicó cómo llegar al centro. Me despedí de él con la promesa de escribirle cuando terminara mi viaje y me dirigí al centro.


Como pudisteis ver en la entrada de Budapest, me subí a un tren azul, pero por alguna razón me bajé de uno rojo y blanco. No sé si es porque lo pintaron durante el cambio de vías (tiempo les dio de sobra) o porque algún oficial de aduanas majete me trasladó con mimo y sin despertarme de uno a otro. Creo que ya nunca lo averiguaré.


Noche 12-13 de agosto

Esta noche tiene menos que contar. El viaje duró una hora menos, aunque al mirar las horas en los billetes parece que la diferencia es de tres, porque en Ucrania es una hora más tarde. Podía llamarse Descanarias, en realidad, pero se llama Ucrania, rarezas suyas. La reserva de cama fue un poco más cara porque esta vez fui en habitación doble en lugar de triple. Mi compañero era Alexandr, un ucraniano que sabía inglés e iba a Croacia por motivos de trabajo. Me metí en mi cama de bonito y hogareño edredón estampado relativamente pronto, porque estaba cansado, y al rato vino el revisor a decirme que esa cama no era la mía y que me levantara y me fuera a otra. Maldita la gracia que me hizo, y además esa noche me despertaron tres mil veces más; algunas sólo para comprobar si estaba dormido o muerto, creo, porque si no a ver qué sentido tiene que el hombre me despierte, me diga una palabra y acto seguido se vaya. Pero en una de estas situaciones sucedió algo de lo que me siento extremadamente orgulloso: entró el señor de la aduana, me preguntó si gavariaba pa ruski o pa ukraínski, le contesté que un poco pa ruski sí, y me hizo todo el cuestionario de rigor: nombre, procedencia, motivo del viaje, destino, posesión de drogas, armas o alcohol... en ruso, ¡y le contesté a todas las preguntas en la misma lengua como un campeón! :D En las entradas que me quedan por publicar sobre Ucrania os voy a dar la vara constantemente con lo mismo, pido disculpas por anticipado, pero el ser capaz de mantener una conversación completa con fluidez, aunque fuera corta, me hizo sentirme un políglota de la leche. Y en ese momento no había nadie que me pudiera colgar la medallita figurada, así que me la colgué yo.

Por la mañana me desperté relativamente temprano y me puse a hablar con mi vecina de abajo, Olga, que resultó ser compañera de trabajo del pavo de la otra habitación e iban al mismo sitio. Me dio una manzana y unos cachos de tarta de queso que tenía y a cambio la invité a un té que nos trajeron en unos cacharros menos bonitos, claramente más modernos y de latón y de diseño más cutroso. Me habló de un libro que había leído en el que se comparaban frases idiomáticas españolas y ucranianas que, curiosamente, coinciden tanto en forma como en significado. Me dio su email prometiéndome que, si le mandaba un mensaje recordatorio, buscaría y me diría el título exacto, y así lo hizo:

GAVILÁN, Francisco: Guía de malas costumbres españolas. Madrid, Mondadori, 1988.

Saturday, September 1, 2012

El islam en la Turquía actual

Para hoy tenía preparada la primera entrada sobre Ucrania, pero anoche estuve hablando con una turca y me contó montones de cosas que no sabía. No una turca de las que dicen "bua neno", sino de las de Anatolia. Se llama Seren, nombre que se pronuncia Serán; le dije que eso en gallego significa evening y le pareció biútiful. Pero vamos a lo que vamos.

Seren es musulmana, o musulwoman o como se diga, al igual que los otros tres turcos y la kazaja que viven en este piso de la residencia. Me sorprendió sobre todo Alina, la kazaja, cuando, unos días antes de que llegaran los turcos, alguien le ofreció panceta o algo así y ella lo rechazó educadamente diciendo que no comía cerdo. Ya sé que no todas las musulmanas llevan burka y esas cosas, pero creía que al menos era costumbre cubrirse el pelo con una pañoleta, y pensé que les daría más reparo salir con un montón de chavales y esas cosas. Nada. Prejuicios, prejuicios, estereotipos, estereotipos.

Con Alina no hablé mucho de esto, pero con Seren sí. Dice que en Turquía hay varias etnias o razas —al menos ella las llamaba races, lo cual me parece un poco exagerado— y que los del este son más conservadores que los del oeste. Ella vive en Antioquía, en el medio de los dos. Una de las ramas del islam, a la que pertenece ella (por tradición familiar, ya que personalmente no es religiosa), no quiere saber nada de mezquitas, y sus creyentes rezan en casa. Cómo rezan exactamente no lo sabe, pero me aseguró que no es lo de darse cabezazos contra el suelo. Y no van a la mezquita porque, según ellos, el que debía suceder a Mahoma tras su muerte era su primo Alí, pero fue asesinado en una mezquita. El resto de musulmanes o musulmen niegan todo esto, les parece un escándalo lo que dice esta gente, y por eso se andan peleando siempre. Me parece que esta rama es la chiíta, porque buscando lo que me dijo ella (partisans of the caliph Ali, o algo así) me salen cosas de chiítas, pero no me atrevo a asegurarlo. [Confirmado: es la chiíta, pero ésta a su vez se ramifica en otras más radicales o más liberales.]

Le pregunté si las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres y dice que sí, totalmente, que no necesitan permiso de su marido para nada y que pueden pedir el divorcio y todo eso. Sin embargo, el primer ministro actual es conservador y pertenece a la rama de las cabezas femeninas cubiertas, a la prohibición del aborto en casos de violación porque hay que castigar al violador y no al bebé (esto sí que me pone malo pero malo malo malo malo malo, y hace poco leí exactamente lo mismo en una declaración de un político español) y todas esas movidas, y las cosas pueden cambiar, aunque no sé si cambiarán mucho. Eso sí, Turquía no es un estado laico, sino que tiene el islam como religión oficial y lo pone hasta en el DNI turco, aunque donde vive Seren también hay muchos cristianos y judíos. Al igual que estos últimos, los moros circuncidan a los niños, cosa que yo no sabía, la verdad.

Y eso es todo lo que recuerdo de la conversación de ayer. En mi cabeza parecía todo muy ordenado, pero me quedó una entrada un poco caótica. Espero que al menos a alguien le haya servido para aprender algo. Por cierto, ayer Seren probó por primera vez una salchicha de cerdo, que en su país no la venden siquiera, y uno de los otros turcos la vio y pareció escandalizado, aunque no dijo nada. A ella no le supo muy distinta de la carne de ternera, por lo que comentó. Lo curioso es que ninguno de ellos parece tener con el alcohol el mismo reparo que con el cerdo.

Saturday, August 18, 2012

Agueste II: Budapest

La Mochila ligó en la plaza de los Héroes y ahora es más Feliz.

El miércoles madrileño no pasó nada interesante. Por el día hice un par de recados, escribí la entrada anterior y a media tarde me fui al aeropuerto. Pocas horas después estaba en Budapest. Como en la capital húngara estuve el jueves 9 y el lunes 13, decidí contar ambos días juntos, y después hablar sobre Ucrania, que es donde estuve los tres días del medio. También decidí que cuando acabe de relatar esta semana y pico de viajes publicaré entradas sólo de fotos. Así que vamos allá.


JUEVES 9 DE AGOSTO DE 2012

Avión Madrid – Budapest, Wizzair, sólo ida, 75 €
Autobús directo al centro, 4 €
Alojamiento: Aboriginal Hostel, litera en habitación múltiple, 18,45 € con desayuno y wifi y todo incluido.


Aterricé en Budapest a las 23:50 más o menos, tras unas tres horas de vuelo al lado de un estadounidense llamado Albert que estaba haciendo una tournée europea. Nos dirigimos al punto de encuentro del microbús para el cual había comprado un billete porque a esas horas podía no haber buses urbanos y no me quise arriesgar. Pronto llegó a nuestro encuentro Hansi Kürsch con una lista en la mano, nos metió dentro uno a uno y nos llevó a la plaza de Madách Imre o como se escriba. Desde ahí me llevó quince minutos llegar a pie al Aboriginal Hostel en la calle Bródy Sándor. Es un albergue bastante curioso. Se accede subiendo unas escaleras y atravesando un balconcito, tiene sólo dos habitaciones con ocho y seis camas respectivamente y el ambiente y el trato son muy familiares. Al llegar (dos de la mañana), una chavalita británica me ofreció un gofre con nocilla y agua para beber, porque el zumo le inspiraba poca confianza. Junto al fregadero hay un cartelito que dice: “El trato es este: tú no cocinas para nosotros y nosotros no lavamos tus platos”. Fair enough. Por la mañana ya no estaba la británica, sino un chileno. Me duché, hablé un rato con un serbio y una sueca y cuando llegó la hora me fui al hotel Astoria, donde había quedado con una tal Essi.

La verdad es que a esta Essi no la conocía. ¿Por qué quedé con ella entonces? La razón es simple. Resulta que el billete de tren Budapest-Lviv no se puede comprar de ninguna forma que no sea físicamente en una estación húngara, y desde la compañía me dijeron que las plazas podían acabarse unos días antes, así que Vica, una húngara residente en Eslovaquia de la que os hablaré bastante a partir de ahora, movió hilos y consiguió que una amiga suya de Budapest me comprara el billete. En realidad esa sólo es una más de las papeletas que me resolvió. Además el billete era de ida y vuelta en vagón cama, pero el billete y la reserva de cama se compran por separado y la cama de vuelta tenía que pagarla en Lviv. Total, que la chavala esta era Essi, quien además de hacerme el favor tenía el día libre y me llevó a dar un paseo.

Budapest es el resultado de la unión de dos ciudades: Buda y Pest. En Pest está la zona residencial, la industrial y lo que llamaríamos el centro de la ciudad, y en Buda también hay un poco de eso pero sobre todo hay cosas turísticas como un palacio enorme, el famoso Bastión de los Pescadores, estatuas y cosas así. Essi y yo cruzamos el puente de Erzsébet (Isabel para los amigos) y subimos la colina de Gellért, donde hay una estatua del obispo del mismo nombre, encargado de cristianizar a los magiares y, según cuenta la leyenda, arrojado al Danubio por algunos paganos más tozudos. Seguimos subiendo a pie hasta el monumento a la Libertad, también bastante famosillo, erigido en 1947 para conmemorar la liberación de la ciudad en el 45. Parece ser que en origen era un soldado soviético, pero más tarde la remodelaron. Ahora es una señora que sujeta una hoja de palma en alto. Al pie hay dos estatuas más pequeñas, y detrás hay algo que creo que es un búnker o algo así reconvertido en un museo. Por ahí hay también unos cañones que piden a gritos una foto haciendo el imbécil. Tras pasear un ratillo por allí arriba bajamos por un camino largo pero muy agradable del cual no saqué fotos porque no se me ocurrió siquiera. Pero tengo algunas del paisaje desde la zona alta.

Una vez abajo, comimos en el centro, nos sentamos un rato en un parquecito con una estatua de Poseidón en el medio y luego fuimos a la sinagoga, que es la más grande de Europa, seica. No me dejaron entrar porque mi maleta era “demasiado grande para inspeccionarla”; lo que en realidad sucedía es que el segurata es gilipollas. Sea como sea, nos quedamos sin entrar, así que paseamos otro poco hasta que llegó la hora de ir a la estación de Keleti. Mi tren salía a las seis y media; dentro del mismo nos despedimos, y como nada más poner el segundo pie en ese vagón sentí que ya estaba en Ucrania, lo que sucedió a partir de ese momento será relatado en el capítulo dedicado a ese país.

Lo que sí os puedo enseñar es una foto del tren (vagón cama) desde fuera.



LUNES 13 DE AGOSTO DE 2012

Me bajé de Ucrania de nuevo en la estación Keleti algo más tarde de las diez y media. Estuve matando el tiempo un rato hasta que dieron las doce menos diez, hora a la que debía encontrarme con Vica en esa misma estación. Vica es una húngara que vive en una ciudad fronteriza eslovaca, Komárno, y a la que conocí hace poco más de dos años en los océanos internáuticos. Esta era la primera vez que nos veíamos en persona, aunque con ella me pasó como anteriormente con Iosu, Martzel y otros: de tanto conversar en foros, chats y demás, nos conocíamos lo suficiente como para que el encuentro pareciera más bien un reencuentro. Hay gente que veo día a día con la que tengo menos confianza. Por cierto, se pronuncia Vitsa, con uve labiodental sonora (aka uve-medio-efe), pero bueno, ya sé que todos seguiréis leyéndolo como el nombre del bizcocho. Total, que allí estábamos los dos, y tras hacer los recados que la habían llevado a ella allí y comer en plan guarro en un McDonald's nos fuimos de paseo, de nuevo a Buda, aunque esta vez fuimos en autobús, el cual nos dejó en lo alto de la colina Várhegy, cerca del tremendo palacio llamado Budavári Palota –según mi guía “Palacio del Castillo”, que suena un poco raro–, en el que en realidad nunca vivió la realeza, sino que alojaba invitados, por lo visto. Este castillo fue construido originalmente en el siglo XIII, pero estando donde está y con la historia que tiene esa región es fácil suponer que llevó palos por todos lados, y en la segunda guerra mundial fue destruido totalmente; luego lo reconstruyeron en estilo barroco. Dentro hay dos museos y una biblioteca, y en el sótano está lo que se conserva del castillo medieval. En cualquier caso, nosotros no entramos. Fuera hay una fuente llamada Mátyás-Kut, Pozo de Matías, con un complejo escultórico (¿se dice así? Varias estatuas) bastante chulo que representa una escena de caza protagonizada por el rey del mismo nombre. Si sigues andando te encuentras con un arco con dos grandes leones a los lados, que están sentados y tranquilitos; cruzas el arco y al otro lado hay otros dos leones, pero estos están enfadados y rugiendo. Ahora nos hallábamos en un patio que en el lado opuesto tiene otras dos esculturas, una llamada Paz y otra llamada Guerra. Tanto en estas dos como en la de la fuente hay un tío con trenzas que parece Vercingetórix.


Guerra y Paz. No recuerdo cuál es cuál.

Bajamos de la colina a pie, cruzamos el puente de las Cadenas, Széchenyi Lánchíd, y nos volvimos a encontrar en Pest. Este tal puente de las Cadenas es, según mi guía, el primer puente que se hizo sobre el Danubio y data de 1849, aunque no me acabo de creer que tardaran tanto en hacer un puente sobre un río que atraviesa tantas grandes ciudades (Viena, Budapest y Belgrado por lo menos). También fue destrozado en la guerra mundial y lo reabrieron en 1949, justo cien años después de la vez anterior, aunque creo que no fue bombardeado sino dinamitado y quedó roto pero no demasiado; en Buda, junto a la estatua de la Libertad esa, hay fotos de la época y se ve eso que digo. Una vez en Pest cogimos otro autobús (a Vica no le gusta andar, por lo que pude ver) y nos bajamos cerca de la iglesia de San Esteban, otro de los símbolos de la ciudad y lo que mejor se ve desde Buda por lo grande que es. Este San Esteban fue rey de Hungría y bajo su reinado, en el año 1000, se llevó a cabo la conversión del país al cristianismo, por eso es santo. Sé que por esa zona está, o estaba, un bar dedicado a Manowar, y es lo que estuvimos buscando, pero no lo encontramos. Tampoco es que nos matáramos mucho, la verdad. (Ahora sé que se llama Café Montmartre, que está mismo enfrente de la iglesia y que pasamos por delante como idiotas sin verlo.) Lo siguiente que hicimos fue coger la línea de metro 1, que es la más antigua de Europa, hasta la plaza de los Héroes, Hosök Tere, llena de estatuas de gente importante en la historia húngara y presidida por una alta columna que en lo alto tiene al arcángel Gabriel. Tras sacar fotos y descansar un rato, pusimos rumbo a la estación y cogimos el tren a Komárom, cuyos vagones tienen compartimentos como los de las películas. Nunca los había visto pero en esta zona son muy comunes. Y así terminó nuestra budapestosa jornada. La próxima, si todo va bien, será el 29 de septiembre a más tardar.


Bibliografía: guía de Budapest, Anaya Touring Club, colección Guiarama.